Desde este punto de
vista, todos los pueblos que proceden de Occidente
-los pueblos a los que yo llamaré los hijos de la
libertad de Occidente-, siempre han pensado una misma
constitución; una misma constitución que viene rodando
en la mente del ser humano desde Aristóteles. Es lo
que se llama la constitución mixta. La constitución
mixta, en el fondo, era un síntesis de tres elementos,
dice Aristóteles, que es la manera de que las constituciones
duren. El elemento del gobierno de uno monárquico
en el sentido en que hoy consideramos que debe existir
un poder último, un elemento aristocrático que es
desde siempre más o menos identificado como el poder
deliberativo de una asamblea representativa, elegida,
elegida sobre la base de cierto reconocimiento, por
lo tanto, de cierta percepción de mérito, de cierta
excelencia; por lo tanto un elemento aristocrático
y un elemento democrático popular que a de aprobar,
que a de juzgar, que a de decir sí o no, que a de
soportar los acuerdos y establecer una voluntad. La
constitución mixta de elemento monárquico, aristocrático
y democrático ha rodado por el tiempo desde la politeia
de Aristóteles hasta el presente. Su grado de conciencia
es lo que ha cambiado. El grado de conciencia máximo
de esta constitución, el grado de conciencia máximo
de los fundamentos de esta constitución, se dio en
América del Norte con motivo del final de la Guerra
de la Independencia de los Estados Unidos de América
del Norte. Pero, en realidad, esta constitución, posteriormente,
ha ido fecundando todas las demás y ha ido fecundando
lo que llamamos los elementos básicos de la democracia
liberal.
Yo voy a defender esta
noche implicaciones de la democracia liberal y voy
a defender esta noche implicaciones de la democracia
liberal en relación con la constitución mixta y en
relación con ese momento, a mi modo de ver ejemplar
de la reflexión política, que dan los padres fundadores.
Los padres fundadores de Estados Unidos, en cierto
modo fueron aquellos que impulsaron el proceso más
consciente y reflexivo de constitución política jamás
emprendido. Yo, cuando tengo que definir qué es un
filósofo político, digo: un filósofo político es alguien
que lee habitualmente, siempre de nuevo, a los padres
fundadores americanos. Porque, como ellos mismos saben,
los principios de la ciencia política son allí operativos
de forma ejemplar. ¿Qué dicen los padres fundadores
que sea útil para nosotros? Esencialmente dicen esto:
que el fundamento último de todo gobierno civil es
la defensa de la libertad política. ¿Qué significa
la defensa de la libertad política? La defensa de
la libertad política significa que se debe a aspirar
a que el dominio sobre el hombre sea el mínimo; porque
si los hombres son iguales, la pregunta es: ¿Y tú
por qué mandas? Esto significa que todo mando tiene
que estar justificado, justificado ante el que va
a obedecer. El que va a obedecer obedece sólo si el
que manda se pone en su mismo lugar, en su mismo estatuto,
a su mismo nivel y no clausura ni la igualdad ni la
libertad.
En el fondo, la libertad
es la base de toda la sociedad moderna, es la base
de toda la vida política y significa, esencialmente,
que, puesto que todos los hombres son libres e iguales
y sólo interesa aquella igualdad que se basa sobre
la libertad. Esto es evidente: a nosotros no nos interesa
ser iguales en lo que nos imponen los demás. Nos interesa
ser iguales en lo que queremos libremente ser. Si
eso es así, no hay ningún otro criterio para que alguien
mande, excepto que tenga el respaldo de la mayoría.
Puesto que todos somos iguales, porque tenemos que
preservar la máxima libertad de todos, se preserva
mejor la libertad cuando manda la mayoría que cuando
la minoría, porque de esta manera se sienten coaccionados
menos. Ahora bien, esto es lo que dicen los padres
fundadores, que es extraordinariamente relevante.
Esto no quiere decir, en modo alguno, que el compromiso
para disminuir tanto como sea posible el mando, esto
es, el compromiso para mantener tanto como se ha posible
la libertad, no vincule también a las mayorías.
Las mayorías están
legitimadas para gobernar en la medida que tienen
más respaldo. Pero su legitimidad verdadera consiste,
esencialmente, en que las minorías no sean oprimidas.
Por el mismo argumento, el ejercicio de reducir tanto
como sea posible el mando de los seres humanos, unos
sobre otros, implica que la mayoría tiene que aprender
a disminuir tanto como sea posible su mandato sobre
la minoría. Y en esto se basa la estructura de compromiso
de la democracia. La democracia que los padres fundadores
vieron que tenía un componente claramente totalitario,
como lo vio Sócrates, deja de tenerlo si sólo si suceden
dos cosas: que la mayoría orienta su gobierno también
para proteger derechos de la minoría y, dos -y de
carácter completamente fundamental-, qué sea la mayoría
y qué sea la minoría es reversible. Esto es, que nadie
puede gobernar desde la mayoría para impedir de cualquier
manera que sea, que la minoría nunca se convertirá
en mayoría. Si eso es así, entonces, el gobierno amenaza
la libertad política y se convierte en despótico y
esto, inevitablemente, llevará a una pérdida radical
de la constitución mixta. Porque si la mayoría se
eterniza en la mayoría, si impide con su ejercicio
de gobierno que la minoría pueda convertirse en mayoría,
entonces no habrá criterio para elegir una representación
política libre, no habrá sobre todo criterio para
mantener la unidad de pueblo, la unidad que vincula
mayoría y minoría. Porque una minoría se sentirá permanentemente
excluida del gobierno y, por lo tanto, se sentirá
en el límite como una minoría paria, una minoría sin
derechos de gobierno
La constitución americana,
por tanto, mantiene lo que llamamos una mentalidad
liberal. La mentalidad liberal dice que las diferencias
deben ser protegidas, las minorías deben ser protegidas,
las minorías deben mantener su libertad y su capacidad
de convertirse en mayorías y esto, sea cual sea la
constitución de esa sociedad. Podíamos invocar, en
cierto modo, toda una línea de tradición desde los
padres fundadores, ya antes. Pero una línea de tradición
que mantiene la tradición liberal como aquella que
se opone permanentemente al dominio tiránico de las
mayorías y sus potencialidades, es aquella que va
en contra de una opinión pública unitaria, aquella
que va en contra de una opinión pública opresiva,
aquella que va en contra de la corriente, aquella
que se distancia del presente, no se deja instrumentalizar,
aquella que en cierto modo tiene una mirada temporal,
como la que yo he reivindico aquí para la filosofía.
Por eso no puedo entender que alguien identifique
la filosofía que no tenga, como la he definido yo
anteriormente, que no tenga implicaciones de defender
la conciencia liberal.
Estos son los héroes
verdaderos, los hijos verdaderos de la libertad de
Occidente. Se llaman Kant, se llaman Tocqueville,
John Stuart Mille, se llaman Max Weber, se llaman
todos y cada uno de nosotros, en la medida en que
nos atrevemos con la consigna ilustrada de "atrévete
a pensar por ti mismo". Es curioso que los padres
fundadores se enfrentaran a un problema de extraordinaria
gravedad en su tiempo, que consistió en definir lo
que querían para las trece viejas colonias americanas,
los trece nuevos estados de América. Y, entonces,
hicieron toda una serie de argumentos que yo quiero
recordar hoy ante ustedes, porque son argumentos en
favor de la unidad. Argumentos racionales. No son
argumentos místicos, no son argumentos sentimentales;
son argumentos racionales a favor de la unidad política
de aquellos trece estados. Y así surgen los papeles
del federalista. Los papeles del federalista están
hechos para unir trece estados, no para mantenerlos
separados, para unir trece comunidades en algo que
se llamó pueblo, pero en algo que se llamó con la
misma verosimilitud y con la misma realidad, política-nación.
Los argumentos que
dan los padres fundadores son para formar un pueblo
para formar una nación política y son de una doble
naturaleza. Los primeros muestran los perjuicios de
los pequeños estados o de las pequeñas comunidades
políticas y esos perjuicios son cuatro, que quiero
recordar muy brevemente ante ustedes. El primero es
que las pequeñas comunidades políticas producen una
enorme estabilización de poder y producen una enorme
estabilización de poder. Y producen una enorme estabilización
de poder dice los padre fundadores porque, en el fondo,
priman las componendas privadas sobre los escenarios
públicos. Porque al conocerse prácticamente todos
al mantener todos vínculos familiares o de otra naturaleza
los verdaderos vínculos políticos son vínculos casi
privados, casi secretos, que funcionan a espaldas
de los argumentos que se han de dar en el espacio
público. Por eso, generan cuerpos políticos mucho
más estables y generan minorías que se mantienen permanentemente
como minorías. Dicen los padres fundadores y esto
puede dar lugar a que esas mayorías muy consolidadas
y con afectos, pasiones e intereses comunes, mantenidos
en la vida privada puedan desplegar todo su odio hacia
los minorías y puedan efectivamente intentar destruirlas.