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D. Marta Rivera de la Cruz

Escritora y periodista. Finalista del Premio Planeta 2006

Españoles en el Holocausto

En Bilbao, a 29 de enero de 2007
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Hay un caso entre los españoles que a mí me llamó también mucho la atención, que es el caso del llamado comando de Poschacher. Ocurrió en el año 43. La dirección de Mauthausen llegó a un acuerdo con la cantera del pueblo -no la cantera del campo, la cantera del pueblo-, para formar como canteros a un grupo de trabajadores jóvenes. Se habló con las autoridades del pueblo y se quedó en que se les proporcionarían una serie de trabajadores, que supuestamente iban a realizar un trabajo remunerado. Se les pagaba una cantidad por su trabajo, esa cantidad, por cierto, iba a pasar directamente a unas cuentas de los SS. Por supuesto, nunca vieron el dinero, pero oficialmente estaban pagados.

Hay que decir que, cuando acabó la guerra, algunos de esos trabajadores reclamaron al gobierno alemán el pago recibido y, efectivamente, el gobierno alemán les pagó aquellas horas de trabajo. Pero eso no es lo importante. Se seleccionó a un grupo de chicos jóvenes para que fueran a trabajar al pueblo, y la situación de aquellos chicos, en comparación con la que vivían en el campo, era bastante laxa. Trabajaban todo el día con otros trabajadores, o sea, no eran solamente presos del campo, recibían raciones extra de comida, la vigilancia sobre ellos era bastante menos férrea. Se les asignó un kapo español que se entendía bastante bien con ellos, y tenían incluso buen contacto con la gente del pueblo, tanto es así que los chicos se fueron relajando, y un día cuando iban caminando hacia la cantera le preguntaron al kapo si podían cantar. Entonces el kapo dijo, "sí hombre, cantad", y lo que se les ocurrió cantar fue La internacional. Entonces, el kapo les dijo: "oye, ¿qué es lo que estáis cantando?" y estos chicos, que era gente que no había cumplido los 20 años, en la bendita inocencia, dijeron: "pero usted no se preocupe, pero si cantamos en español y nadie nos va a entender". Entonces tuvieron que explicar que " La Internacional era La Internacional ". "Y, a partir de ahora, vais a ir callados, porque puede ser lo más interesante."

Y, bueno, pues, aquellos chicos tenían cierto contacto, por supuesto, siempre muy limitado, pero contacto con la gente del pueblo y uno de los chicos, Manuel Gutiérrez, conoció sin llegar a hablar nunca con ella, conoció a una chica del pueblo, que cuando pasaban los chicos se asomaba a la ventana y les sonreía particularmente a él. Por supuesto, nunca se atrevió a hablar con ella, porque eso estaba prohibido. Una cosa es que hablaran con la gente con la que trabajaban y otra que estuviesen de ligue con una chica del pueblo, pero cuando acabó la guerra, Manuel Gutiérrez volvió a Francia y se dio cuenta de que seguía acordándose de aquella chica, y volvió a Mauthausen y se casó con ella, y vivieron felices... y comieron perdices. La última noticia que yo tenía de esta gente es que tenían 80 años y que seguían viviendo juntos allí.

Hay otra historia que también mueve a la ternura, la de un tal Baldomero Chozas, que trabajaba como criado de un oficial de la SS y, como incluso entre los SS había grados en la crueldad, pues este señor le tomó cariño, tanto él como la mujer y lo tuvieron casi adoptado en su casa, le daban más comida, le contaban sus vidas, se preocupan por él y, sobre todo, se preocuparon los dos de que llegase vivo al final de la guerra.

También hay otra historia dentro del campo -esto ya es casi de epopeya-, que es la historia de una fuga. Fugarse de los campos de concentración era una verdadera locura. La única fuga exitosa fue una que se produjo en el campo de Sobibor. Un grupo de presos se escapó y muchos de ellos consiguieron pasar la frontera y salir vivos del asuntos. Bueno, entonces aquí hubo cinco presos, Antonio López, Primitivo Izquierdo, Manuel Cerejo, Antonio Velasco y Vicente García Ramos. Estaban confinados en un Nevenlager, un campo subsidiario de Mathaussen que se llamaba Bretstein. Y pareció que en este campo, durante una temporada, la vigilancia se relajó, y entonces preparó una fuga y, efectivamente, se marcharon, escaparon campo a través, río bajo, para poder despistar a los perros de los SS. Y, ¿qué ocurrió? Que las consecuencias de esta fuga fueron terribles, porque lo que ocurría era que se culpa inmediatamente, cuando había una fuga, a los compañeros de comando de trabajo de los fugados, porque se les suponía cómplices. De hecho, los otros 46 presos del campo fueron sometidos a diferentes castigos, tres murieron a consecuencia de las torturas y el resto fueron llevados a la cantera de Mathaussen, que era el peor lugar para trabajar, con la insignia de preso fugado, lo que dificultaba la supervivencia. Los hombres que huyeron fueron cayendo, a Vicente García lo capturaron casi inmediatamente, hubo otros tres, Cerejo, López y Velasco, que tardaron casi un mes en ser encontrados y devueltos al Lager . Izquierdo acabó en el campo de concentración de Dachau.

Lo más curioso es que sobrevivieron los cuatro y llegaron al final de la guerra. Normalmente, las familias de los presos no solían recibir noticias de ellos. En Mathaussen, en concreto, la regla era que había que comunicar a las familias de los presos, excepto a las familias de los presos judíos con las que no había comunicación, sus fallecimientos. Esto se hacía muy relativamente. Las notificaciones de muerte no eran habituales ni siquiera las notificaciones de que había un preso que había un ingresado en el campo.

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Conferencias del Aula de Cultura. Año 2009

 


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Divergencias 'Cultura entre líneas'
Por César Coca, Oscar B. Otalora e Iñaki Esteban

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