Y es que nunca en la historia de la humanidad los niños han recibido tantísima información sin pasar por el filtro de los adultos.
Hay que enseñar a los padres la necesidad de que eduquen en la comprensión empática, en el razonamiento, para que transmitan seguridad, motivación y estímulo a sus hijos. La familia es un termómetro del sistema, su fracaso anticiparía un desbarajuste general.
Hay que educar con amor, humor y respeto, transmitir confianza y responsabilización, dar libertad dentro de unos límites razonados.
Utilizar las estrategias educativas elegidas por los padres como antecedentes y no consecuentes de las conductas de sus hijos.
Imponer disciplina, que significa enseñar, no estar constantemente castigando. No olvidemos sin embargo que los adolescentes (y el resto de los humanos) precisan normas, para sentirse seguros.
Transmitir a nuestros hijos que tienen una responsabilidad social y han de realizar acciones en favor del mundo (no sólo del más próximo).
Ser padres
"Sois los arcos mediante los cuales vuestros niños como flechas vivientes, son disparados" (Khalil Gibran)
Por eso ser padres, supone saber educar, lo que se requiere es amor, lógica, técnica, arte y conocimiento. No es fácil, pero no es imposible.
Es un acto ininterrumpido, pues, para educar bien a los hijos, hay que educar bien a los padres, es un gesto continuado de generosidad, pues se debe amar sin intentar poseer.