Bilbao, a 4 de octubre de 2010
Con todo mi agradecimiento, llego hoy a esta cita con el Aula de Cultura de "El Correo", mi periódico de cabecera desde joven, y me emociona estar hablando en la ciudad donde nací y de la que nunca me he despegado. Vengo acompañando a Santa Teresa, desde su sosegado reposo en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial donde nuestro señor D. Felipe II tuvo el acierto de acoger sus manuscritos.
Hoy llega a Bilbao el alma viva de la Santa entre las páginas de su segundo libro EL CAMINO DE PERFECCIÓN en su primera redacción. La autora lo conservó en el famoso cofrecillo en su celda del Convento de San José, y que después de su muerte ocupa un lugar destacado junto al resto de sus libros en el Monasterio de El Escorial. Llega a nosotros en la extraordinaria versión facsimilar, obra del P. Tomás Álvarez en colaboración con su custodio, el Patrimonio Nacional.
Una viejuca, con lentes y pocas fuerzas.
Santa Teresa nunca llegó a cruzar el abrupto Puerto de Orduña para entrar en nuestra tierra como fue la intención, al proponerle que fundase un convento en la entonces menos relevante que ahora ciudad de Orduña. En el año 1580, ha sobrevivido a la gripe universal que causó tantas muertes y de la que ha salido ya, según su propia descripción, convertida en una viejuca, con lentes y pocas fuerzas.
Un año después se encuentra en Soria. Después de aquí, me han escrito ya de dos fundaciones que tampoco puedo ir, una en Ciudad Real y otra en Orduña, escribe al Sr. Reinoso. No aceptó viajar a Orduña por estar ya comprometida con la que sería su última fundación. Sólo en 1946 nacerá el Carmelo orduñés en Nuestra Señora de la Antigua.